Publicado en El País.
Si Cristo apareciera en la Comunidad Valenciana y viera a los que, igual presiden procesiones, que encabezan los Te Deum, se calzan tejas con ricas mantillas, que justifican la desaparición del dinero de todos los valencianos, encubren la corrupción, ocultan las cuentas al Parlamento, no pagan sus deudas y carecen de misericordia con los impedidos y los dependientes, se dirigiría a toda la multitud que habita esta Comunidad y diría: «Valencia, levántate y anda». O ¡Valencians en peu alceu-se!, si fuera valenciano. Es eso lo que necesita la Comunidad, despertarse y andar de nuevo para salir del colapso. No es ya lo despilfarrado, lo sustraído o el deterioro de los servicios públicos, es el mal ejemplo, la perversa pedagogía/ideología de socialización de la corrupción a la que nos ha llevado el PP de Camps,
El trío Gürtel, Brugal, Fabra con el denominador denominador común del cohecho con imputaciones que van desde el fraude y la revelación de secretos hasta el tráfico de influencias; son un ejemplo de superación de la berlusconización italiana
¿No es, de hecho, la famosa ley mordaza que quiso imponer Berlusconi una realidad en la práctica en Canal 9?
Es verdad que la narcotización que se ha intentado provocar con el ruido de potentes coches y el viento de las velas puede haber distraído la atención de los valencianos. Pero no es menos cierto que ya no hay excusa, que la evidencia es demoledora: o se acepta el despilfarro de lo público y la corrupción como conductas socialmente admitidas, o se rechazan con la fuerza de la democracia.
La ciudadanía no puede dar la espalda a la realidad, a la evidencia de que los dieciséis años del PP en la Comunidad suponen el mayor número de imputados por corrupción de la historia de la democracia valenciana. Lo que no sucedió en trece años de gobierno socialista de Joan Lerma. Ya se puede comparar. Es un hecho que la mayor parte de los políticos que fueron procesados durante la anterior legislatura por escándalos económicos volvieron a ser elegidos.
¿Qué ocurre? Es como si los valencianos hubieran dejado de creer en el poder de su voto y, por extensión, en la democracia.
Por eso, partidos progresistas, sindicatos, movimiento asociativo, intelectuales y, en general, toda la ciudadanía valenciana hemos de reflexionar, unir fuerzas y hacer sonar el despertador de la esperanza. Puede que algunos no hayamos hecho lo posible para evitar el desencanto del electorado de izquierdas, y hayamos quedado desorientados ante tamaño avance de la fuerza de la derecha más retrograda de España. Pero ya no hay lugar para el lamento.
Al igual que Berlusconi no debe ser la imagen de la historia de Italia (socia fundadora de la Unión Europea, cuna de Da Vinci, Pirandello o Darío Fo), el PP de Camps no pueden ocultar aquel País Valencià que acogió al Gobierno de la Segunda República, la de Vicente Blasco Ibáñez, la Comunidad de la Música -tan maltratada ahora-, la cuna de Miguel Hernández… Una Valencia liberal y laica, que sigue existiendo aunque esté adormecida o sencillamente cansada de la deriva del escenario político.
Las elecciones del mes de mayo nos van a otorgar una oportunidad para sacudir conciencias, explicar proyectos, y dignificar la política como elemento clave de transformación de la sociedad y no como una herramienta para el beneficio propio. Y sobre todo para poner delante de los valencianos las cuentas de la Generalitat en claro y con transparencia, para que todos sepan cuánto debemos, cuánto se ha sustraído, qué podemos hacer con lo que queda y a qué hemos de renunciar. Es necesario para la catarsis que la Comunidad necesita.
Quizás saber lo que conviene a los valencianos sea complicado, pero que el PP ya no conviene a esta Comunidad es muy evidente. Cualquier cosa sería ya mejor que el PP, y lo que hay enfrente, la alternativa socialista, cualquiera que sea su candidato, no es cualquier cosa.
Volvamos a la pedagogía y la dialéctica, frente al populismo de gente que se arropa en banderas para tapar los agujeros de la caja. Frente a opacidad transparencia, frente a hipocresía y doble moral, sinceridad, frente a confesionalismo, laicidad y libertad, frente a la manipulación, democracia informativa… Hay alternativa.
La sociedad valenciana ha de ser capaz de revelarse contra el «estás conmigo o contra la Comunidad Valenciana» que predica Francisco Camps, contra la identificación del PP como la imagen la Comunidad Valenciana y los valencianos. Contra esa rémora que suponen Camps y su Gobierno. Si nos ponemos en pie y andamos, lo demás vendrá rodado. Después del PP hay mucha vida y mucha esperanza.
Andrés Perelló es Eurodiputado por el PSOE.