CARTA DE LA MADRE DE DAVID SEGARRA
Al embajador de Israel en España
Sr. Schutz:
Soy la madre de David Segarra Soler. Son las cinco de la madrugada del día 2 de Junio. Amanece en Valencia y acabo de enterarme de la liberación de todo los secuestrados en territorio israelí, entre ellos, mi hijo.
Debo confesarle que en estos momentos no siento ningún odio ni hacia usted ni hacia el Estado que representa, pero no por un motivo altruista, ni noble, ni religioso, sino por puro egoísmo : el odio destruye. Y un buen ejemplo de ello lo está dando su país al mundo. Nacido del sentimiento de culpabilidad colectiva de una Europa cobarde que no supo defender a sus ciudadanos judíos de otro odio monstruoso y autodestructivo, el odio nazi, parece como si la Historia no les hubiera enseñado nada.
Están repitiendo las mismas pautas de odio, de muerte, de deshumanización del contrario, de ocupación de territorios, de construcción de muros y alambradas, de soberbia racial… sólo que ahora las víctimas ya no llevan una estrella cosida a la ropa, ni el ghetto está en Varsovia. Está en Gaza y Cisjordania.
No quiero contarle el infierno personal por el que he transitado éstos días. Sería ridículo al lado del continuo y diario dolor de las madres palestinas.
Yo soy una afortunada, mi hijo David vuelve de la masacre del “Mavi Marmara” sano y salvo.
Ustedes le habrán podido destrozar su única arma letal: la cámara de video. Pero lo que en su ciego odio olvidan es que los seres humanos tienen ojos, oídos, boca y memoria para contarle al mundo todo el horror del que fueron testigos.
Y contra eso, Señor Schutz, toda su poderosa propaganda no puede hacer nada.
Me despido de usted sin más, y en el momento más emocionante de mi vida le expreso a Vd. como representante de Israel en mi país, mi más profunda lástima. Tanta lástima como es inmensa la admiración por mi hijo, a quien ustedes, con toda su maquinaria de terror, no han podido doblegar. Igual que jamás conseguirán doblegar el espíritu del Pueblo Palestino.
Firmado:
Cristina Soler Crespo
Valencia, 2 de Junio del 2010